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No hay puntada sin dedal
Luego de leer el resumen de noticias hasta hoy martes, no dejan de sorprenderme los vaivenes mezquinos de la clase política de nuestro país, llámense Uribistas, Santistas, Vargaslleristas, Ordoñistas y especímenes similares, incluida la Santa madre Iglesia católica capítulo Arquidiócesis de Cali.
Todo sucede a las espaldas de los protagonistas y en medio de sus exculpaciones, lo único que hacen es evidenciar lo que todo el mundo en medio de los corrillos sabe y no quiere denunciar, o no quiere investigar, o se hace el de la vista gorda, o recula lo dicho, o justifica lo sucedido echándole la culpa a otro o calumnia para deslegitimar al otro en su afán de “si yo me caigo, que se caiga este también”.
Sin embargo, también se hace evidente lo que el gran Nietzsche enarbolaba como postulado político: “al que se tambalea hay que darle un empujoncito para hacerlo caer”.
Otto Bula untado hasta los tuétanos no le queda alternativa y dice que la campaña de Santos recibió dinero de Odebrecht; el fiscal anuncia investigación detallada y al otro día compulsa copias para que la investigación la haga un organismo sin dientes; José Obdulio para vengarse de Zuluaga, quien quería sacarlo del Centro Democrático, pide que lo investiguen hasta las últimas consecuencias.
Por otra parte un monseñor, picándoselas de crisol, sale en defensa de curas pederastas, echándoles la culpa a los niños y a los padres de estos, prácticamente por seducir a los curitas; a los niños por seductores y a los padres por no cuidar a sus hijos…… (la verdad es que hoy sí hay que cuidarlos mucho y al menos no matricularlos en colegios regentados por religiosos).
Todos persiguen intereses, no hay puntada sin dedal; no se enciendan mucho los ventiladores, porque podemos salir salpicados todos: “aquel que esté libre de pecado que tire la primera piedra”, “por eso hay que hacernos pasito”.
Se hace necesario y urgente que quienes nos desempeñamos de una u otra manera como columnistas de opinión eduquemos a la gente para que pueda contextualizar muchos intríngulis de la política colombiana, no hacerlo de manera sesgada, sino reveladora, orientadora, constructora, sin que ello implique la famosa “autocensura”; hoy más que nunca, y haciendo honor a los verdaderos postulados del periodista que el pasado 9 de febrero celebró su día: quien informa de manera independiente, con el fin de mostrar X o Y suceso, sabe que no desperdició sus años de carrera.
Por Daniel Olarte Mutiz.