Volver a estudiar la historia

Aunque ya es un lugar común decir que aquel pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla, en Colombia obedeciendo a los interesados en mandar al olvido todos los sucesos que antes y después durante la segunda mitad del siglo XX marcaron su acceso al poder económico y político, quitaron del plan de estudios de las instituciones educativas el estudio de la Historia.
RICARDO SARASTY

Aunque ya es un lugar común decir que aquel pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla, en Colombia obedeciendo a los interesados en mandar al olvido todos los sucesos que antes y después durante la segunda mitad del siglo XX marcaron su acceso al poder económico y político, quitaron del plan de estudios de las instituciones educativas el estudio de la Historia.

Supuestamente fundamentados en que la preparación académica y humana de las generaciones presentes poco o nada iban a necesitar del reconocimiento y valoración del pasado común que sustenta el sentido de la palabra nación. Craso error que hoy se paga con la carencia de una identidad propia.

Contrario a lo que sucede con otros pueblos que se identifican gracias a qué sus gentes tienen en su memoria desde el origen de la lengua hasta el de las costumbres pasando por el de los problemas que les pide soluciones enmarcadas en su idiosincrasia solo reconocible mediante y después de un recorrido por su historia.

Si estas generaciones recientes de colombianos conocieran la historia, su historia, hubiesen sido capaces de reaccionar a tiempo ante factores de la violencia como lo son el desarraigo y la carencia de un origen común. Es que no es otra la tragedia de Odiseo obligado a salir de Ítaca, paradójicamente, por un acto de defensa de su pasado, presente encarnando a todo su pueblo.

No por otra razón los rapsodas griegos contaron, cantaron su historia, de aldea en aldea, porque mantenerla fresca en la memoria de todos los hombres y todas las mujeres no era sino consumar el acto de soberanía que los hacia entender porque se debían a su nación de la misma manera que la nación se debía a ellos.

Para entender más la importancia de poseer historia también se puede acudir al mito del judío errante, quién cultiva un pasado recorriendo en la memoria su ascendencia hasta llegar a Abraham, el origen común a todos los suyos y que por lo tanto los mantiene unidos pese a haber perdido un pedazo de tierra, bien sabe quién por virtud de las piezas que conforman ese texto que todos terminan narrándose así mismo y entre ellos recordándolo, porque al hacerlo se rencuentran como parientes, vecinos, paisanos, nacionales. Sentimiento que carga de significado los colores, las formas y los sonidos que terminan convertidos en sus símbolos patrios.

Pero regresar a las clases de historia no ha de ser para quedarse en  anécdotas y  datos curiosos como tampoco reducir su importancia a un compendio de fechas y nombres cuyo valor distrae del objetivo principal del estudio de la historia: dilucidar los hechos que han contribuido con la conformación de una cultura que identifica al individuo, la comunidad y la región que habita.

La historia que trasciende los acontecimientos es la que cimienta la identidad recreada en el arte, la literatura, en las maneras de pensar y obrar. No por razón diferente al desconocimiento del pasado, los jóvenes y las señoritas de hoy ven con extrañeza todo el acervo cultural de sus ancestros y renuncian fácilmente al idioma, su cocina, su paisaje y lo más doloroso a los suyos, al no encontrar en ahí algo de valor del cual también ellos puedan usufructuar.

Esto lo hacen ayudados por la industria del espectáculo que nutre a los medios masivos de comunicación, causa por la que  hasta en las instituciones escolares profesores y estudiantes cantan corridos norteños con la etiqueta de música popular, que decir de una culinaria regional que se modifica esencialmente para ofrecerse como gourmet y de unas tradiciones permeadas por la influencia de todo cuanto se importa mediante la internet.

Todo sin resistencia alguna, porque simplemente no se cuenta con referentes históricos donde anclar la identidad. ricardosarasty32@hotmail.com   

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