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Voces a favor y en contra es lo que hay en Argentina frente a la legalización del aborto por el que se han realizado muchas protestas por el proyecto que fue presentado por el presidente, Alberto Fernández.
Las marchas y caravanas tuvieron lugar "en 500 ciudades" del país, según los organizadores. Quienes se manifestaron llevaron carteles con lemas como "¡Salvemos las dos vidas!" y "Marcha por el niño por nacer".
Infobae presentó el testimonio de un hombre trans y quien rompió su silencio para contar la 'pesadilla' que vivió cuando se enteró que estaba embarazad por segunda vez.
Benjamín Génova contó que no tuvo una infancia fácil pues siempre tuvo que convivir con el rechazo de su padre y quien a toda costa quería tener un hija en la familia, rol que él nunca entendió pero que asumió sin querer.
Benjamín tenía 10 años cuando arrancó “en modo rebeldía” y empezó a sentir que, pese a que en su casa podía usar la ropa de sus hermanos, para salir me tenía que disfrazar de nena”, dice el medio.
Agregó La resistencia de su papá se agravó en la adolescencia “Tenía muchas dudas que vivía en secreto, mi closet trans. En mi cabeza suponía que si yo era un varón me tenían que gustar las nenas, entonces ¿por qué me gustaban también varones?”.
Fue la falta de información porque hoy sabe que las personas trans tienen vínculos afectivos y sexuales con personas, más allá de la identidad de género, la genitalidad o la orientación sexual.
Benjamin a sus 15 años tuvo su primera hija y sin saber que era un hombre trans. Al ver esta situación y sin tener nada que ofrecerle a su hija huyó y se fue de la casa dejando a la niña a cargo de sus padres.
Tuvo que vivir muchas dificultades pues solo se llevó una mochila en sus espaldas y sin un panorama claro.
“A los 14 años me escapé de mi casa porque sufría violencia, era una pibita de 14 años en la calle. No había cumplido ni 15 cuando tuve a mi primera hija”.
Agregó "Un año después, a los 17, me encuentro en esta situación en la que me entero que estoy embarazado otra vez. Lo primero que pienso es ‘no lo puedo tener, no lo quiero tener y no lo voy a tener’”.
La decisión de interrumpir ese embarazo fue un acto de responsabilidad; también que se podría haber muerto en ese aborto clandestino.
"Tenía miedo de ir a preguntar al hospital cómo me podían ayudar, encima yo vivía en Allen, una ciudad muy chica y muy conservadora, y era el mismo hospital en el que me habían tratado mal cuando tuve a mi hija”.
También contó que "Una amiga querida le habló de un yuyo que podían comprar en la farmacia, prepararon una especie de té, lo pusieron en la heladera y Benjamín lo fue tomando, un vaso tras otro, como si fuera jugo".
“Unos días después empecé con un dolor muy fuerte a la altura de las caderas y en la cintura. Después empezaron a dolerme las piernas, me costaba caminar. Yo creo que eran contracciones, conozco bien ese dolor”, explicó.
Benjamín indicó en la entrevista que “Por suerte vinieron unos amigos y cuando me vieron como estaba, cuando vieron que gritaba del dolor, me llevaron de urgencia a la guardia del hospital. Cuando entré, ya sangraba. Me dejaron horas en observación, me acuerdo que desarmé toda la cama del dolor, arranqué las cortinas, no podía más”.
Me llevaron al quirófano y le hicieron un legrado sin ninguna explicación.
“Cuando me desperté de la anestesia, ya en una sala común, veo entrar a un policía. Me empezó a preguntar qué había tomado y a decirme que no mintiera, que si había tomado pastillas o me había metido algo lo iban a encontrar".
Benjamín expresó que no podía decir a la policía "sí, tomé algo, no puedo tener otro hijo, no tengo nada para darle”.
En el proyecto enviado al Congreso por el Poder Ejecutivo que empezó a debatirse, en cambio, se establece que “no es delito el aborto realizado con consentimiento de la mujer o persona gestante hasta la semana catorce (14), inclusive, del proceso gestacional”.
Benjamín estuvo un día más internado “y nunca me dijeron que volviera a controlarme, nadie me hizo un seguimiento”. El proyecto en debate sí contempla la llamada “atención post aborto”. “El miedo, eso es lo que recuerdo. Estaba angustiado y profundamente triste, me sentía solo. Miedo a morirme primero y miedo a la policía después. Despertarme y tener a la policía interrogándome fue muy violento, más teniendo en cuenta que yo era adolescente y estaba solo en una habitación, sin una pareja, sin nadie”.