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Así titula y suena una hermosa canción que produjo y grabó ese cantante venezolano José Luis Rodríguez, refiriéndose a la amistad especial con sus amigos en una hermosa ranchera balada, inicialmente cantada en una reunión de sus más allegados al artista, donde no importa las barreras que se interpongan entre las personas, pero siguen siendo amigos.
Y hoy no es la excepción de contarles a mis amigos lectores que además de compartir las labores diarias en nuestra casa editorial, fue bonito recibir halagos de nuestros compañeros para nuestros compañeros, lo que vivimos antenoche antes de salir a vacaciones de fin de año, de este difícil y entrecortado año que gracias a Dios pasó volando.
Regalos fueron y vinieron, uno tras del otro, pero acompañados de bonitas palabras que hace mucho tiempo de mi parte no las recibía ni mucho menos las había escuchado, pero lo que se dijo esa noche fue bonito y de grata recordación. Siento pena por los compañeros que por algún motivo no participaron en esto que se llama el amigo secreto, pues se perdieron de una bonita y sencilla noche, sin comida ni bebida.
Claro, esto fue al pie del pesebre y el árbol navideño, donde se mostraron bonitos gestos de amistad, cariño y de compañerismo encabezados por nuestra líder editora, los abrazos fueros dados y recibidos. Pues de mi parte tanto el regalo como las palabras que recibí por quien portaba mi nombre las recibí con mucho cariño y estoy en deuda para seguir en esta casa editorial demostrando capacidad de trabajo, al lado de magníficos compañeros.
Ojalá que el nuevo año nos depare nuevas aventuras, pero de un lado positivo, tanto para nuestros amigos y compañeros, como para sus familias que tanto hemos sufrido en este año que gracias a nuestro Señor está a punto de terminar, que sea lleno de situaciones halagadoras donde tengamos mucho de qué contarles a nuestros amigos lectores.
Lo del pasado miércoles solo fue un rato de recreo y de esparcimiento en nuestra faena diaria, la que todos los días sin descanso buscamos la noticia en todos los rincones de nuestro departamento sin dejar a un lado el dolor que nos embarga el sufrimiento de tantas familias afectadas con ese mal del siglo, la famosa pandemia causada por el nuevo corona virus, tarea que nos impusimos desafiando a la muerte para estar al tanto de las noticias.
Así es la vida, amigos y compañeros, que a pesar de las circunstancias de la vida toca poner el pecho a las vicisitudes. Entre pandemia y confinamiento nos dimos a la tarea de informarlos, sacando un momento de esparcimiento y olvidándonos de las graves noticias que a nosotros también nos preocupan, de demostrar amistad, cariño y compañerismo.
POR: MIGUEL HERNANDEZ