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Hagamos un alto en el camino para referirnos a una de las virtudes más nobles del ser humano: la paciencia. Estamos convencidos que en Colombia la necesitamos en abundancia para, en la misma medida, contrarrestar todas las adversidades que nos agobian.
Pues bien, paciencia no es sentarse a esperar que sucedan las cosas; sino por el contrario tener la fuerza necesaria para vencer todos los reveses que se nos presentan por los factores de la crisis sociopolítica del país, los fenómenos naturales que han golpeado tan duramente a vastos sectores de la población. Para ello es necesario sufrir con estoicismo, manteniendo la firme esperanza de que paso a paso se pueda reconstruir lo perdido a causa del crudo invierno que arrasó localidades enteras.
Por eso debemos ser conscientes que las soluciones no llegan de un momento a otro, las aguas tarde que temprano volverán a su cauce y todo retornará a la normalidad. Volverá a crecer la hierba donde quedaron marcadas las cicatrices de la borrasca. Pero el ser humano, a diferencia de los animales, necesita incrementar sus esfuerzos, planificar y ser previsivo ante nuevas eventualidades. No basta con emigrar.
Tengamos de presente que nuestro planeta es como un ser vivo que continuamente se está transformando y que poco a poco su faz se está viendo modificada. Un buen día el mar terminará devorándose a la gran montaña. Por eso debemos estar siempre preparados, y desarrollar la cultura de la prevención. Pero si un fenómeno social o de la naturaleza nos golpea, hay que asumir sin caer en el desespero ni la ansiedad, que son malos consejeros.
Recordemos que mientras haya vida todo se pude recobrar, e incluso, muchas personas encontraron la oportunidad para descubrir sus potencialidades y mejorar las condiciones que anteriormente tenían. La Biblia nos presenta un personaje que llama poderosamente la atención por su capacidad de resistencia frente al sufrimiento y la adversidad. Se trata de Job, un patriarca muy rico y generoso, que tenía sus propiedades en el suroriente del Jordán.
Cuenta la narración bíblica que Satanás retó a Dios a que pusiera a prueba la fe religiosa de Job y su paciencia como hombre, a lo cual Dios respondió despojando a Job de sus miles de animales, le quemó sus grandes extensiones de cultivos, hizo morir a sus hijos, lo despojó de la salud mediante una terrible enfermedad de la piel e hizo del él un ser repulsivo para su mujer e indigno de confianza para sus amigos. Todos estos males los soportó Job con tal serenidad y tal paciencia que su Dios se convenció de la fortaleza de su fe y le devolvió duplicadas sus antiguas riquezas y prosperidad.
Pero no sólo en las situaciones catastróficas debemos estar armados de paciencia. En los actos cotidianos cuando necesitamos hacer trámites ante alguna entidad pública o privada, se requiere colaborar con el buen entendimiento. Y si tenemos que esperar, que oportuno tener un libro en el maletín para darle lectura mientras hacemos antesala.
En el caso del equipo de futbol, derrota tras derrota, persevera hasta alcanzar el campeonato.
La paciencia como actividad correcta en el momento correcto. Se busca mantener un ambiente adecuado con los compañeros de estudio o trabajo, evitar los malos entendidos que reducen la posibilidad de obtener eficiencia y calidad en el trabajo en equipo.
La paciencia es la virtud por la que resistimos con ánimo sereno los males y los avatares de la vida, no sea que por perder la serenidad del espíritu abandonemos bienes que nos han de llevar a conseguir otros mayores.
Por: Aníbal Arévalo Rosero