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Muchas veces todos nos preguntamos ¿cómo será Dios? ¿Cuál es su imagen? Pero pocas veces nos detenemos a observar, analizar y sentir los diferentes entornos que nos rodean. Cada día es un nuevo comienzo, una nueva oportunidad de vivir algo diferente, de salir de la rutina, podemos iniciar desde ya.
Qué tal si el día de hoy o el de mañana nos despertamos e iniciamos nuestro día de una forma diferente. Abrimos los ojos, observamos muy detenidamente nuestras partes externas, nuestras manos, brazos, hombros, pecho y cuerpo en su totalidad, con todas sus características, detalles o formas, con cada uno de los cambios, cicatrices o huellas que ha dejado el camino que hemos ido recorriendo en nuestra larga o corta vida y agradecemos por seguir vivos, por haber podido despertar, por tener lo que tenemos, por poder observar lo que nos falta, por ser racional y sensitivo, aquella particularidad que nos diferencia de los demás seres vivos los cuales pueden ser sensitivos mas no racionales .
Qué tal si desde el momento en que despertamos sentimos la temperatura y nos detenemos a pensar sobre su porqué, Si hace sol y el día está abrigado pensemos en él, en el porqué creemos que existe, cuál es la razón de estar ahí como un guardián que nos llena de energía y está presente desde el inicio de nuestras actividades diarias, hasta que anochece y vamos culminando nuestra jornada, dándonos abrigo, ayudando a la fotosíntesis de las plantas e ilumina nuestros días. O si, por el contrario, hace frío no hay por qué desanimarse, pensemos mejor en sus ventajas. Bien dice el dicho “si tu día amanece gris, píntalo de colores”.
Observemos nuestro entorno, seamos agradecidos por lo que tenemos, lo que queremos tener, proyectemos nuestra vida, miremos hacia dónde queremos llegar y desde dónde hemos venido, todo lo que hemos superado para llegar hasta donde estamos. En el camino de la vida casi siempre miramos a los que están adelante nuestro provocando que sintamos un poco de frustración, pero no vemos las personas que están atrás, aquellas que no han podido avanzar de la misma forma, así que otra vez la invitación es a ser agradecido.
Qué tal si luego miramos, detallamos y reconocemos nuevamente nuestra casa, la casa de los vecinos, nuestra cuadra, nuestro barrio, el mapa de nuestra ciudad, departamento, país, continente, planeta. Después observamos y pensamos en sus habitantes y en el porqué de su existencia: microorganismos, plantas, animales, personas. Todo ser vivo o muerto que tiene su espacio en el planeta Tierra.
Ahora sí, después de todo este ejercicio, la idea es sensibilizarnos tanto, que el solo mirar nuestras manos nos demos cuenta que tenemos unas huellas en ellas y todo el cuerpo, al igual que las plantas, los animales, insectos y hasta las piedras. Cada cosa con su particularidad en este mundo tiene huellas, de ahí podríamos decir que nos surge una pregunta ¿Por qué?
Solo me queda decirles o contarles que una vez desperté de una forma muy diferente, sin abrir los ojos, pero mirando de una forma más amplia, tal vez encontrándome con lo más interno de mi ser, observando las cosas más allá de donde los ojos nos limitan ver. Comprendí que todos estamos conectados, que hay hilos que nos entrelazan pero que no las podemos ver. así como los celulares se conectan a otros sin que podamos ver la red que los conecta. El hombre está conectado a la tierra como una planta más y por ende a la hierba, a las plantas, árboles, de igual forma a los animales, todos como una raíz con diferentes direcciones, pero unidos a un gran ser ¿Quién? No sé. ¡Despierta!
Por: Juan Francisco Cabrera.