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Mientras el país sigue enfrascado en las discusiones en torno al proceso de paz que buscó poner fin a cinco décadas de conflicto entre las Farc y el Estado colombiano, pocos se han centralizado en las familias de los desaparecidos, una población para la que aún no termina el dolor a pesar de los compromisos de La Habana.
Y aunque precisamente uno de los puntos pactados era establecer qué pasó con las 82.998 personas que, según los registros del Centro de Memoria Histórica, se encuentran bajo esta condición, esa tarea sigue llena de vacíos y retos sin superar.
Según los estudios del centro, de esos casos de desaparición forzada en el país ocurridos durante los últimos 60 años solo se conocen los autores de 42.471 hechos. De estos, 26.475 fueron cometidos por paramilitares; 10.360 por guerrillas, 2.764 por grupos posdesmovilización equivalentes a bandas criminales; 2.484 por agentes estatales y 388 por el Estado y grupos paramilitares.
Esas cifras aterradoras tienen rostros propios en municipios que durante años fueron epicentro de la violencia como es el caso de Tumaco, en Nariño, y Puerto Asís, en Putumayo.
Por eso no deja de ilusionar el anuncio del arranque de una iniciativa por parte de la Unidad de búsqueda de personas dadas por desaparecidas, en los departamentos de Cauca, Nariño y Valle del Cauca, con el fin de dar con las personas que durante el conflicto armado interno fueron denunciadas como desaparecidas.
La Unidad, que hace parte del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y no Repetición, busca entregar respuestas a los familiares de las víctimas. De acuerdo con el Observatorio de Memoria y Conflicto del Centro Nacional de Memoria Histórica, entre 1958 y 2016 se registraron aproximadamente 7.828 desapariciones entre los departamentos de Cauca, Nariño y Valle del Cauca.
En el caso de Nariño las desapariciones ocurrieron en los municipios de Barbacoas 247, El Charco 163, Pasto 316, Policarpa 174, Samaniego 131 y Tumaco 587. En ese departamento fueron documentados 2.329 casos.
De ahí que esta nueva página abre una esperanza a quienes han pasado años y años sin la compañía de sus seres queridos. Este impulso, a su vez, debe motivar a que la sociedad no los olvide y siempre contribuya a su búsqueda como un aporte al anhelo de paz de Nariño y del pueblo colombiano.
Por Leydi Figueroa