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Se ha informado que la Sociedad Médica Oftalmológica de Chile ha instalado una denuncia internacional debido al número increíblemente alto de personas afectadas en su visión al recibir descargas de perdigones, gases, agua contaminada y otros productos utilizados para reprimir las protestas del pueblo.
Como se sabe, se ha empleado de manera continuada por la policía balas de goma en contra de los manifestantes. Estas se componen de elementos metálicos y sustancias endurecidas que, como resultado de la velocidad e impulso, al chocar con el cuerpo humano puede provocar la muerte, fracturas en costillas, rodillas u otros miembros, destrozo de dientes, incluso ceguera como ha sido ya comprobado reiteradamente.
Sebastián Piñera, el presidente, presionado por la masiva asistencia a las calles y su persistencia en la protesta por el daño social a la ciudadanía, ha aceptado realizar una constituyente sujeta a discusión participativa, es decir, una Asamblea que modifique la constitución de 1980, promovida por Augusto Pinochet y actualmente vigente. Asimismo, ha dado orden a los Carabineros que dejen de utilizar estas armas letales. A su vez, éstos han manifestado que los perdigones son de uso privativo de la fuerza pública y que están regidos por estándares reconocidos universalmente como fiables y son aceptados dentro del marco de los Derechos Humanos…de modo similar a Bolivia donde se autoriza a “neutralizar” sin someterse a ningún juicio posterior.
Lo cierto es que al ver a personas jóvenes lanzando piedras a los carros de combate especializados en destruir conjuntos organizados de ciudadanos que reclaman en las calles chilenas, se ve una notable diferencia: las piedras nada producen a los vehículos mientras que el ataque a manifestantes siempre provoca lesionados graves.
Por el contrario, la oposición en Venezuela al igual que en Hong Kong o Ecuador pre golpe de Estado, emplea flechas, lanzaderas de molotov, armas corto punzantes y de fuego, emplazamientos y cuerdas degolladoras, además de quemar a las personas opuestas a dicha violencia. Esta situación no es denunciada tal como debe ser en la prensa nacional o internacional y, por el contrario, se exalta a los vándalos como lo ha hecho el Secretario de Estado de EE.UU. quien ha dado su apoyo a las “pacíficas” revueltas en China.
Es hora ya de dejar de ver televisión comercial con intereses políticos para iniciar el camino del análisis crítico comprendiendo lo que ocurre, no solo en Colombia, sino en toda Latinoamérica como mínimo. Este paro que preocupa mucho al gobierno, habrá sido en paz, independientemente que algunos infiltrados por parte de organizaciones vinculadas al caos hagan lo indebido. Esperamos que los medios de Información, por fin, sean veraces en las noticias reales.
Por. Carlos Santa María