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En la tarde del martes en Quito la Selección Colombia volvió a ser una vergüenza y empeoró la triste historia del pasado jueves en Barranquilla ante Uruguay, en el marco de las eliminatorias sudamericanas al Mundial de Catar 2022.
Ecuador en un marcador histórico, nos goleó 6-1 y nos transportó a esos tiempos que creíamos superados en el balompié suramericano, en los que cuando nos iba bien perdíamos 4 o 5 cero. Lo de ayer es una de esas actuaciones deplorables, por no decir catastróficas, que nos mueven a pensar en que algo muy grave ocurre al interior del equipo nacional.
No sabemos qué puede suceder a futuro, pero cualquiera pensaría que luego de recibir 9 goles en los dos juegos ante Uruguay y Ecuador, el técnico Carlos Queiroz debe estar pensando seriamente en presentar su renuncia ante semejantes humillaciones.
Tampoco alcanzamos a comprender cómo una selección conformada por una pléyade de estrellas, q ue brillan en el fútbol mundial como es el caso de Duvan Zapata, James Rodriguez, Radamel Falcao García, Juan Guillermo Cuadrado, para nombrar solo a unos pocos, nuestra selección en los dos últimos partidos ha jugado como si fuera un equipo de tercera categoría.
Siempre hemos dicho que en estos días de pandemia en medio de la situación de emergencia causada por el Covid-19, el fútbol, el deporte por excelencia de los colombianos, se constituye en un bálsamo que nos hace olvidar todas esas inquietudes y dificultades que han sido el común denominador en este 2020. Pero en este caso lo que las actuaciones de nuestra selección han causado en nuestro país es una espantosa desazón, a la vez que una profunda rabia, especialmente ante el oprobioso resultado en contra en territorio ecuatoriano.
Duele que de la noche a la mañana, de ser una selección que todo el mundo consideraba como favorita para estar en los primeros lugares de esta eliminatoria, hayamos quedado reducidos a una mínima expresión, como los peores de Suramérica, lo que ahora tiene bastante comprometida nuestra clasificación a Catar.
Algo tiene que pasar y en ese sentido consideramos que el cuerpo técnico de la selección Colombia, en cabeza de Carlos Queiroz, tiene que dar muchas explicaciones sobre esta debacle futbolera que nunca nos imaginamos.
La única esperanza que nos queda es que todavía queda mucho camino por recorrer, pero lo que estamos viendo exige a gritos decisiones de fondo, puesto que ante los pobres resultados el equipo nacional no pudo terminar peor este 2020. Lo peor es que ahora para el 25 y el 30 de marzo del 2021, nos esperan dos partidos durísimos, el primero en Barranquilla, nada menos que ante la poderosa selección Brasil y el segundo ante Paraguay, en Asunción, equipos que a diferencia del fracaso de la nuestra, terminan este año con un excelente balance.
Consideramos que a partir de ahora debemos andar con pies de plomo. Estamos seguros que luego de la tragedia de ayer en Quito la continuidad de Queiroz está en duda, por lo que creemos que si se va a tomar una determinación al respecto, debe ser cuanto antes, puesto que la reanudación de las eliminatorias está a poco más de 4 meses.
Estamos tristes, pero sobre todo confundidos. Material humano hay en cantidades con una gama de excelentes futbolistas. Lamentablemente ellos son estrellas en sus equipos, pero ahora sufren del síndrome Messi, o sea que en la selección pasan de leones a convertirse en inofensivos corderos.