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Si bien no se puede negar que la firma del Acuerdo de Paz entre el Gobierno Nacional y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia Farc le trajo muchas cosas buenas al país, también es una realidad que esa pacificación no se vive en diversas regiones, como lamentablemente es el caso de nuestro departamento de Nariño, al igual que el vecino Putumayo.
Nos referimos a una situación de violencia que se remonta a 50 años atrás, por lo que los residentes de las mencionadas regiones miraron con marcada expectativa y, sobre todo esperanza, los resultados de ese histórico acuerdo.
Pero el tiempo ha transcurrido y en esas regiones la paz, parece estar cada vez más lejana, por cuenta de los grupos alzados en armas, como es el caso del Ejército de Liberación Nacional, Eln y las organizaciones delincuenciales dedicadas a actividades del narcotráfico, lo que como todos sabemos se constituye en uno de los principales flagelos de la costa pacífica de Nariño.
En este orden de ideas debemos decir que el mencionado pacto de paz no ha tenido vigencia en nuestro departamento, así como en el Putumayo, donde son permanentes los enfrentamientos y episodios de alteración del orden público en detrimento de los diferentes sectores de la población.
Pero a estos graves hechos se une otro escenario sumamente doloroso como es el relacionado con los familiares de las miles de personas que desaparecieron durante los largos años de conflicto con las Farc, en lo que se constituye en una pesadilla para padres, madres, esposas, hermanos, hijos y demás allegados, de quienes un día desaparecieron y nunca más se volvió a saber de ellos.
De allí el clamor que exteriorizan personas como Rocío Granja y Gloria Achicanoy, quienes hacen parte de la Asociación de Desarrollo Integral para Víctimas del departamento de Nariño, quienes en representación de los familiares de los desaparecidos, afirman que el no saber durante años de sus seres queridos, los tiene en una continua y terrible angustia que conlleva a un verdadero martirio.
En ese sentido se tenía la esperanza que con la firma del Acuerdo de Paz se iba a saber por fin, luego de una prolongada espera, del destino corrido por lo menos de 3.000 desaparecidos entre jóvenes y adultos que se tienen contabilizados en el departamento de Nariño, pero esa ilusión se ha ido diluyendo con el paso del tiempo, aumentando aún más la incertidumbre. Pero, los desmovilizados de las Farc no han dado a conocer la ubicación de las fosas donde fueron sepultados los cuerpos de los civiles, policías y militares desaparecidos en el piedemonte, en la costa y de la cordillera, una vasta zona que comprende los municipios de Pasto, Tumaco, Policarpa, Ipiales, Samaniego, Cumbitara, Cumbal y Los Andes, de ahí la sentida petición que se hace por parte de la asociación para que se entreguen los informes que permitan ponerle fin a tanta angustia y desesperación.
Nos parece una petición más que justa. Son muchos los años de sufrimiento que afectan a miles de personas en Nariño, al desconocer el paradero de sus familiares, por lo que consideramos que con el apoyo del Gobierno Nacional, de manera obligada se tienen que buscar los mecanismos para que se pueda recibir esa vital información que le ponga punto final a tanto drama.