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Hasta en los detalles más frívolos el Covid-19 nos cambió la vida y nuestras costumbres más arraigadas.
Por ello estamos seguros que ayer en Pasto vivimos el día de Navidad más triste de muchísimos años atrás, debido a la pandemia que nos azota con fuerza y que obligó a las autoridades a seguir tomando nuevas medidas de restricción.
Así este 25 de diciembre a consecuencia del toque de queda que se prolongó hasta la mañana de hoy, no vimos en las calles de nuestra ciudad las imágenes usuales de cada Navidad, protagonizadas por los niños quienes orgullosos y en medio de la más grande alegría salían a jugar con sus regalos, un hecho quizá trivial pero profundamente entronizado en nuestro medio.
Tampoco esta vez los adultos pudimos salir a exhibir nuestros trajes nuevos, lo cual es otra costumbre de mucho tiempo; todos el 25 nos íbamos a la calle con nuestras mejores galas. Pero ayer, debido al aislamiento obligatorio, eso era tiempo perdido en una ciudad fantasma, con sus calles solitarias y tristes por culpa de una enfermedad que nos llegó del otro lado del mundo y cambió nuestras vidas.
Hemos querido hacer ese recuento para que todos tomemos conciencia de que las cosas están muy feas. En efecto, en Pasto, Nariño y Colombia en general, los episodios de contagio han aumentado de manera considerable, en lo que los expertos consideran como el segundo pico del nuevo coronavirus.
En ese sentido nos parece que se trata de un hecho que tiene su origen de manera directa por nuestra irresponsabilidad, al no acatar las más elementales normas de bioseguridad para enfrentar la expansión del Covid-19.
¿Cómo no se va a expandir la enfermedad a pasos agigantados si en las calles del centro de Pasto cantidades de personas decidieron de la noche a la mañana prescindir del tapabocas?
Y qué decir de los tumultos en calles y almacenes que se han vivido durante estos días en la capital nariñense, donde para nada se refleja el distanciamiento social.
No lo podemos negar, hemos sido irresponsables en grado sumo, ante una pandemia sumamente peligrosa como lo es el Covid-19 y ahora estamos viendo los nefastos resultados.
Por esas imprudencias es que ayer pasamos un 25 de diciembre amargo, como el que seguramente nos tocará afrontar el próximo 31 de diciembre y el primero de enero.
Y si continuamos en ese modus de insensatez, no nos debe extrañar nada que en el momento menos pensado nos veamos obligados a encerrarnos tal como sucedió el pasado marzo. Nos estamos refiriendo a una posibilidad muy real, puesto que en las últimas horas los expertos expresaron que todo indica que Colombia está llegando a una segunda fase del pico, lo que explica cómo cada día que pasa aumentan de manera desproporcionada los contagios y también el número de personas fallecidas.
Ante una situación tan grave nosotros nos preguntamos ¿cómo es posible que la gente siga desafiando el virus y se haya olvidado de usar el tapabocas, el distanciamiento social y el lavado de manos con agua y jabón? Por lo tanto, seamos sensatos y no olvidemos que el fantasma del confinamiento obligatorio parece estar más cerca que nunca.