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Insulsología podría ser los estudios de la insulsez, no de lo insípido. El delito de la estupidez siempre será una máxima del maestro Eduardo Galeano. 2016 fue un año de decisiones insulsas, diplomáticamente, para no decir estúpidas. En algo tendrán razón quienes aún no logramos creer que Donald Trump sea presidente del imperio federado. Pero igual pensamiento tuvimos muchos colombianos cuando el 2 de octubre a las siete de la noche conocimos que el No había ganado el plebiscito de la paz. Poco se conoce en Latinoamérica de la decisión de los ingleses de retirarse de la Unión Europea. Pero lo cierto es, que hasta al más lego en cuestiones políticas se ríe de lo que muchos versados predecían con suficiencia estadística e intelectual; los vaticinios / predicciones cayeron en un estruendoso fracaso: el triunfo del SI y de Hillary Clinton presidente.
¿Quizá sea la postrimería de la inteligencia? No. Si así fuese, Trump no fuera multimillonario, ni tampoco a Uribe lo seguirían más de seis millones de colombiano as (si, así como dicen los zapatistas para matizar la semántica de los y las, o sea loas). A los ingleses dejémoslos del otro lado del océano. Más bien todo es símbolo / sinónimo / explicación de la decadencia del poder concentrado. El mismo que prioriza la efectividad y la competitividad como única forma de éxito. El mismo que necesita de una gran cantidad de insulsez para seguir existiendo como sistema válido. Las paradojas, el lado tinieblo, la estrategia oculta y los contrasentidos también hacen parte del régimen.
Pero, ¿es posible vencer la máxima sosería? Pareciera, nada es exacto, que en esa línea también cayeron derrotados el gobierno, las Farc y tal vez luego el Eln. (¿Cuántos acuerdos de paz quedarán al fin?) Aclaro, por supuesto, lo más estúpido es seguir en la guerra. Hablo de que en el nuevo acuerdo de paz firmado en la Habana, se “purgó” como amenazó el reyezuelo Ordóñez, todo lo que tiene que ver con la equidad de género, a manera de incineración de la famosa “ideología de género” que se convirtió en la bandera que todos tomaron como neo-revolución, pero que a la postre todos escondieron en las tinieblas, incluida la guerrilla. Y también quedo intacto el despojo.
De hecho el No sigue ganando espacio, sigue imponiendo agendas y lo más abrumador, sigue imperando su modelo devastador de consumismo, fortaleciendo su estándar económico desigual e injusto. Hoy acrecientan su sinrazón, Trump los impulsará. ¿En estos contrasentidos, será posible algún día que los vencidos se asomen a ser vencedores? De hecho, los nuevos conflictos y tensiones sociales estarán a la orden del día, de la calle, de la manifestación / movilización. Veo muchos paros hacia el futuro, no de otra manera los vencidos podrán sobrevivir.
Si el país y mundo, aspiran a seguir soñando con un mundo verde / vivo, será una gran red de movimientos sociales anti-contrasentidos del sistema los que se tomen los centros vitales de las ciudades (porque parar en el campo es otra forma de sosería). Será la lucha política urbana la que fije las sacudidas necesarias contra las estructuras de desigualdad e insulsez.
Harold Wilson Montúfar Andrade