Clase política, una rueda suelta

Luis Eduardo Solarte Pastás

En Nariño, tal y como están las cosas, los problemas estructurales que afronta el departamento como la deficiente infraestructura vial y marítima, la carencia de una economía de mercado que reactive el sector agropecuario, la deficiente cobertura en salud y educación, sumado al flagelo de la violencia que persiste en varios municipios, son, entre otros, los obstáculos que impiden que la región tenga un verdadero desarrollo sostenible en sus diferentes niveles.

Sin excepción alguna, todos los gobernadores cuando hacen sus campañas políticas a la gobernación, enarbolan banderas de macro y megaproyectos como alternativas de desarrollo en esta sección del país; pero lastimosamente a veces todo se queda en letra muerta porque no hay gestión administrativa ante el gobierno central.

Cuando se aprobó en el Congreso de la República, el actual Plan Nacional de Desarrollo denominado ´Pacto por Colombia, pacto por la equidad’, se contempló para el departamento inversiones por el orden de los 28,7 billones de pesos.

Y, la noticia se recibió con cierta alegría en varios sectores de la sociedad nariñense porque se dijo que tales recursos se destinarían a la ejecución de proyectos prioritarios de salud, sociales y de infraestructura en varios municipios de esta sección del país.

Lastimosamente, tras la cruda ola invernal que azota a Nariño sumado a los estragos dejados por la pandemia del coronavirus, ha quedado en evidencia que esas billonarias sumas que se prometieron no se ven invertidas en todo lo que se anunció en que se iban a invertir. Y el departamento sigue sumido en el marginamiento, el olvido y un subdesarrollo que golpea al pueblo soberano.

Todo esto quizás obedezca a que tanto el gobernador como la clase política, asentada en el Congreso son una rueda suelta. Pues, las rencillas políticas y, sobre todo, las peleas burocráticas entre ellos, no les han permitido unir esfuerzos a fin de exigir con carácter y firmeza a las altas esferas del poder que los proyectos y programas sociales se cumplan en Nariño a cabalidad.

Salvo poquísimas excepciones, los senadores y representantes elegidos se acuerdan de los alcaldes y del mismo gobernador cuando es tiempo de elecciones. El resto del tiempo los dejan solos, a la deriva y con sus problemas a cuestas, sin que se les brinde a los burgomaestres de turno un adecuado acompañamiento para que en el Gobierno Nacional los escuchen y les apoyen iniciativas que vayan orientadas a solucionar los problemas de las comunidades.

Así que ahora muchos de los que buscan su reelección como congresistas, no vengan a decir que han trabajado con esmero y dedicación por la búsqueda del bien común porque es falso, dado que lo único que han hecho en todo el tiempo que llevan puesta la investidura de senadores o representantes es “trabajar” en beneficio propio y de su grupo de amigos.

Por ello, este 13 de marzo se tiene la oportunidad de elegir a quien en verdad se merece llegar a ser vocero de los nariñenses en el Congreso para que trabaje por el bienestar general y el mejoramiento de la calidad de vida de la población en el departamento de Nariño.

Por: Luis Eduardo Solarte Pastás

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