Uno de los temas que más carácter dará, por ahora a Petro en la campaña, y si es elegido en mayo a su gobierno, es el de la ecología. Uno de su eslogan es Colombia potencia mundial de la vida. Es el enunciado de eso precisamente, claro además de otros significados como el de la vida misma en un país donde aquella vale “huevo” y perdóneseme la expresión. Pensemos en los cientos de asesinatos y líderes sociales y la niñez muriendo de insalubridad y de física hambre.
Pero lo de acabar con el petróleo, nadie lo ha entendido bien y por el contrario ha sido tergiversado para crear un motivo de ataque salido de un sombrero mágico de los magos de la política. No se trata de acabar de un tajo con los combustibles fósiles, sino estar con la ola mundial de la preservación de la naturaleza. Juega con la existencia del planeta.
Por esa razón los países nórdicos fijaron una fecha para que los autos a combustión terminaran de fabricarse, porque en adelante serán eléctricos o con combustible de hidrógeno, pero no dijeron que no existirían más los automóviles. Recordemos en el comienzo de la pandemia cuando todo el mundo se encerró en su casa: aparecieron los animalitos que solo se los veía en los bosques o en las montañas lejanas; sucedió en Japón, Norteamérica, Europa y en nuestro país llegaron los osos de anteojos a los pueblos circundantes de la mismísima Bogotá: se encerraron los depredadores humanos y no hubo emanación de CO2 de los motores.
De lo que hablamos encierra toda una filosofía y no “acabar con el petróleo”. Está dentro del mismo canasto que los cuentos de brujas, fantasmas y aparecidos: el “castro chavismo, seremos una nueva Venezuela, expropiación” … invención del partido derrotado. Parece que el pueblo tomó conciencia.
Por: Carlos Álvarez.
