<strong>La guerra no sabe de impermanencia</strong>

Hace apenas una semana, mencionaba en este espacio, que había leído uno de los tantos relatos macabros de la guerra
ANGIE CAROLINA SOLARTE

Hace apenas una semana, mencionaba en este espacio, que había leído uno de los tantos relatos macabros de la guerra y justamente, mientras escribía la columna que albergaba ese mensaje, la Unidad para la Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD), encontraba (por el predio Juan García, de la vereda La Uchema, del municipio de Villa del Rosario, Norte de Santander) otra muestra de la crueldad del conflicto armado en el país: trapiches de panela, convertidos en hornos crematorios, utilizados por las AUC para desaparecer los cuerpos de algunas de las más de cien mil personas, especialmente, campesinos colombianos.

Este macabro hallazgo no es nuevo, pues meses antes se encontraron hornos en sectores y predios aledaños. Lo anterior, sucedió como consecuencia de las declaraciones de Salvatore Mancuso ante la JEP.

La excavación ha tomado bastante tiempo, por la importancia de la reconstrucción de las áreas razón por la cual, además se cuenta con un grupo interdisciplinario de personas para realizar estas tareas.

Se deberán analizar los sitios y determinar en aras del esclarecimiento de la verdad, si en efecto, se usaron para desaparecer a las víctimas, y si persisten estructuras óseas o elementos similares pertenecientes a los desaparecidos.

Nota aislada: El 7 de octubre Hamás lanzó el mayor ataque sorpresa terrestre y aéreo desde Gaza, por lo que Israel decidió declarar estado de guerra. Se presume que hay cientos de muertos, heridos, secuestrados, capturados. Además, se dice que no hay precedentes para los vejámenes que  se aproximan.

¿Por cuánto tiempo más los dogmas religiosos, las fronteras y lo que estas conllevan, serán sinónimo de crueldad, desolación y horror? ¿Cuántas personas más deben morir por ideas que ni siquiera les pertenecen?

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