El expresidente Donald Trump con el número policial, po1134809, mencionado según el fichaje efectuado en la cárcel, salió esta semana mediante el pago de una fianza de $ US. 200.000 dólares. Son muchas las acusaciones por delitos en el ejercicio de su cargo como presidente de los estados Unidos por lo que fue preso.
Son ingentes cantidades de dinero que cuestan sus abogados para defenderse, a tal punto que sus arcas se vacían rápidamente, pero también es mucho dinero que le entra por donaciones para su campaña a la nominación republicana.
Y he ahí lo curioso del caso Trump: en otra parte del mundo democrático esa aspiración sería impensable y su vida política acabada; sin ir más lejos en Colombia podemos recordar el reciente caso de Oscar Iván Zuloaga y sus enredos con la brasileña Odebrecht.
Pero lo insólito, al menos para nosotros los latinoamericanos, es que Donald Trump estando subjúdice por innumerables crímenes cometidos como presidente de su país, con alto riesgo de ser declarado culpable en varios de ellos e ir a la cárcel, sigue aspirando a la nominación; pero aún más incomprensible para nosotros, es que triplica en las estadísticas al segundo que es el gobernador de Florida Di Santis y con una ventaja aún mayor sobre el exvicepresidente Pence y otros candidatos republicanos.
Trump ha tenido la habilidad de voltear a su favor la “adversidad” ante la justicia norteamericana que naturalmente opera dentro del derecho anglo sajón, muy distinto al derivado del derecho romano como el nuestro y en general al de los países latinos, americanos y europeos.
Al crearse una imagen de víctima y de representar a los “pobres de Estados Unidos, una gran masa de gente le ha creído hasta el punto de que hoy por hoy es un candidato seguro en las primarias.
Muchos acontecimientos faltan por suceder. Comprender la idiosincrasia norte americana no es cosa fácil de digerir.
